27 de septiembre de 2008

Árbol del infierno



Existió en morón, un ombú. Al igual que en otros sitios. Pero no creas que era un ombú como todos los demás: con un tronco y hojas que se caen a medida que pasa el tiempo. No. Bueno sí. Este ombú era igual a todos ellos, pero no igual en todo sentido. Si bien en apariencia era como todos los demás y tenia las mismas parte que cualquier otro árbol común y corriente, este precisamente tenia una cualidad extraña, tan extraña que era fantástica y tan fantástica que no era verdad pero yo sé que si lo era.
Estaba plantado a pocos metros de la municipalidad de morón, en la plaza que se encuentra justo detrás de esta, algunos la conocen como la plaza de San Martín debido a la gran estatua de Don José que tiene en el centro y que las palomas los condecoran día a día. Otros a los que la historia parece resbalar solo la conocen como la plaza atrás de la municipalidad. ¿Practico no?
Solía caminar por donde estaba aquel ombú con mi abuela siempre que íbamos a hacer compras o a visitar a sus amigas. Siempre el mismo trayecto, siempre la misma historia:
-Félix, te conté la historia de este árbol-. Reía mi abuela sabiendo mi respuesta.
-si abuela, ya perdí la cuenta.- refunfuñaba un poco harto.
La abuela siempre me hacia la misma pregunta en nuestros viajes, decía que no importa cuanto tiempo pase, a los recuerdos siempre hay que regarlos con agua del presente. Por eso siempre contaba la misma historia.
-teneme paciencia Félix, sabes que estoy vieja ya. Y mi memoria no es como antes. Reprochaba expectante.
-ya sé abuela, es que la misma historia una y otra vez hace monótono el recorrido ¿no sabes otra historia? ?Esa esta buena pero una y otra y otra vez le saca la gracia.
-tienes razón es que a mí me encanta. Cúmpleme mis deseos siquiera una vez.
-sabes que lo hago de todas formas abuela. Porque te quiero.
No sentamos en un banco cerca de los juegos infantiles y arrancando una hoja de un lirio rozado empezó:

Un día el diablo pasaba por el pueblo haciendo sus importantes mandados, comprando y vendiendo a las almas del barrio. Era verano y el calor sé hacia insoportable para caminar. Pero el diablo terco como el mismo siguió en su rol de transeúnte.
El sol en lo mas alto del cielo le indico que ya seria mediodía así que paró para comer y luego retomar la marcha con fuerzas renovadas. Se sentó bajo nuestro anterior mencionado ombú y bajo su sombra degusto la comida que su esposa le había preparado. Una vez que termino se levanto de un salto, limpio sus piernas de las hojas que se había pegado a su pantalón de vestir, acomodo su corbata y su peinado mirándose en un espejo invisible. Y antes de retomar su camino dio media vuelta y se dirigió al árbol:
-agradezco que hayas evitado que el sol me haga daño, este calor es insoportable ¿no lo crees?.
El árbol no dijo nada, como era de esperarse por su condición de árbol.
-¿no hablas? Pregunto el diablo en tono dubitativo.
De nuevo silencio por parte del árbol. Parecía un monologo mal practicado el que estaba ejecutando lucifer, situación que lo irrito un poco
-ya veo, te diré que haremos. Como puedes ver soy el diablo y por lo tanto tengo habilidades que los mortales no tienen. Los días como estos podrás hablar con todo aquel que pase por acá y también algunas cosillas mas que no te revelare porque como te dije anteriormente... soy el diablo.
-gracias. Aquella palabra fue la primera de nuestro ombú. Y el diablo se fue como llego perdiéndose de vista.

-puedo comprarme un helado abuela, por favor. Hace mucho calor.
- si esta insoportable, no sé cuando va a llover. Cómprame a mí también eh. Que tu abuela no es de piedra.
-¿bueno de que gusto queres el tuyo? Pregunte ansioso. ( me encanta el helado)
-del mismo que el tuyo.- me dijo abuela
-chocolate obvio.
-chocolate entonces.- rió
Corrí como loco hasta la heladería que esta a media cuadra de la plaza. Tenia que apurarme porque me moría por comer ese helado. Mas también por escuchar la historia (tantas veces repetidas) de aquel ombú.
No me gustaría que nadie se entere, pero esa historia me encanta. Solo me gusta decirle a abuela que no, así le pone mas empeño en contarla. Como si me tuviera que convencer de comprar algo, como hacen los vendedores de la peatonal.
-volviste rápido.- me dijo la abuela mientras miraba el cielo.
-si estaba vació. Toma. Acá esta tu helado... y el vuelto.- termine riéndome mientras le daba los dos pesos con cuarenta y cinco centavos.
-no, quédatelos. Son tuyos así la próxima vez que compremos helados vos pagas.
-sabes que me los voy a gastar ¿no?.Le indique con una mirada picara.
-preferiría que no lo hicieras.-sugirió-tenes que aprender que no todo es gastar.
- esta bien abuela, voy a intentarlo. Aparte vos sabes bien que la plata me quema los bolsillos.
-por eso lo digo.

Aarón amaba caminar por morón, siempre que se hacia un tiempo, en la mecánica que estaba sobre Vergara, caminaba por la plaza y le gustaba ver cosas que uno no ve cuando esta debajo de un auto. Pero más que amar a morón le gustaba amar a fiorella, la florista de la calle Belgrano.
Desde aquel viernes 3 de abril que fue a comprar un ramo de jazmines para su mama, que quedo perdidamente hipnotizado por aquella mujer de piel blanca como la nieve, pelo castaño y ojos negros que sin la intención te arrancaba todos tus desganos y solo dejaban nada mas que felicidad y la sensación extraña de no ser nada y dominar el mundo.
Así desde ese viernes, todos los viernes que podía se daba una vuelta por la florería con la esperanza de poder cortejar a su amada.
En unos de esos viernes el destino quiso que el trayecto de Aarón no fuese como siempre por la calle Belgrano, sino que por causa de unos tramites en el departamento judicial de morón, en su camino a la florería tuvo que cortar camino por la plaza. A causa del calor y para no parecer una persona sudad y sucia. Decidió tomar una gaseosa y sentarse bajo nuestro tan mencionado ombú, aunque también para aclarar sus ideas para cuando hable con fiorella. Aquel era el día en el que iba a exponer sus sentimientos por ella, anteriormente solo se limitaba a sonreír, aceptar las flores y el vuelto por las mismas. Pero ese día era especial para él, se sentía extraño y sabia que esa era su oportunidad, de esas que solo se dan ciertas veces en la vida de un hombre:
-Bueno. Estas listo Aarón, lo hicimos miles de veces. Hace años que nos conocemos. No te acobardes ahora. Por favor no te acobardes. Por favor no-. Se alentaba Aarón mientras bebía su gaseosa.
-veo que estas inseguro. Yo puedo ayudarte. ¿Que es lo que más deseas?.-susurro el ombú en el oído de Aarón.
-el amor de fiorella.-respondió Aarón rápidamente decidido.
Él creía que esas palabras provenían de su subconsciente. Como si su mente en ese lapso fusionado de cobardía y entusiasmo hubiese engendrado una especie de dualidad salvadora. O un “pepe grillo” que lo rescataría de esa situación.
-lo tendrás. Solo cree y yo haré el resto.

No se sabe bien, que fue lo que realmente hizo el árbol para ayudar a Aarón. Pero este con una soberbia extrema encaro a fiorella y esa misma noche fue suya. Aarón estaba feliz y además agradecido no solo por lo sucedido esa noche con su amada. Si no con su “pepe grillo” (obviamente el nunca supo que fue el árbol) por darle la confianza suficiente para superar su problema de modo triunfante.
Pero su felicidad duro poco como la felicidad de cualquier ser humano. Solo chocar con la realidad para que el no mecánico corazón de Aarón se oxide. Su supuesto amor eterno conoció el turbio beso del desamor un jueves (no viernes). Seis días después de hacerla suya cuando la espero en la esquina de la heladería aguardando que cerrara y así poder caminar juntos y tal vez cenar en algún sitio. Luego de cerrar fiorella corrió hacia la esquina a encontrarse con su amado. Pero para la otra esquina y con otro amado. Juan el escribano de la calle Brown le abrió la puerta de su coche y luego de un abrazo y un beso en los labios desaparecieron dentro del vehículo pasando a toda velocidad a pocos metros de Aarón que de no haber estado paralizado se hubiese tirado sobre el flamante auto de su hasta ahora desconocido enemigo.
No se supo nada mas de Aarón, las viejas chusmas del barrio decían que se había vuelto loco y por miedo a su propia locura se interno en la mecánica saliendo a la calle por las noches a gritar por su amada. Otros comentaban que con un poco mas de dignidad ese mismo día se mato con un balazo en el corazón. Poniendo fin a su sufrimiento.
Tampoco se supo mas de fiorella, las mismas viejas también corrían el rumor de que se caso con el escribano y se fueron a vivir a Haedo, cerrando la florería y poniendo una casa de regalos sobre la avenida Rivadavia. Y hasta decían que tuvieron un hijo.


-abuela, ¿qué paso realmente con Aarón? ¿Lo sabes?
-la verdad no Félix. A veces el amor nos hace hacer todo tipo de cosas. Incluso cosas que en circunstancias distintas no se nos pasaría por la cabeza.
-¿pero el amor no es bueno abuela?
-lo es. Si es verdadero. Si no puede ser una de los sentimientos más traicioneros. Las terribles cosas que se hicieron por amor son mucho peor que las que se hicieron por odio ¿lo sabias?
-no, entonces... espera, no entiendo. Decís que el amor bueno es el verdadero. Pero Aarón si creía que ese amor era verdadero. Y además no hizo nada malo.
-bueno pero era lo que él creía. No era la verdad. Se cegó por sus sentimientos. Y no pudo ver mas allá de su corazón. Que ese amor no era mas que una mentira. Que su fiorella no era su fiorella sino solamente una fiorella más.
-la verdad abuela no entiendo.
-ese es el punto Félix. No entender, me alegra que te hayas dado cuenta. Eso que llamas amor se basa en el principio del no-entendimiento. Es ahí cuando conocemos al amor de verdad, al amor en serio. Obviamente si de la otra parte surge el mismo sentimiento. Si no bueno... aun sos chico. Lo averiguaras por tu propia cuenta a su debido tiempo.
- ¿estas segura?.- estaba un poco preocupado jamás creí que seria tan complicado el amor. Pero tenia razón, si el amor fuese algo fácil todos serian felices.
-muy segura.-rió mirando al cielo tratando de buscar un detalle en ese cielo azul.-después de todo esta en tu sangre.
-en mi sangre... ¿cómo?-su respuesta me dejo frió, por suerte porque hacia un calor de morirse. Jamás entendí a que se refirió
-deja. Cosas de vieja loca. Bueno vamos con tu madre que nos vamos a insolar y no es bueno ni para vos ni para mí.
-no, quedémonos un rato más abuela. Odio ayudarla en la tienda de regalos. Aparte papa sale temprano del trabajo hoy. Y la puede pasar a buscar con el coche ¿no?.





Fin.

19 de septiembre de 2008

Hilos

(version "muy libre" de un cuento que aun no escribi)




El bien y el mal bajaron y están en vos. En realidad nunca subieron.
Siempre estuvieron en vos solamente que no lo notaste
Desde antes que nacieras vivieron con vos. Nacieron con vos y también morirán con vos.
Forman parte tuya como los huesos y la carne. Y peor aun el bien y el mal sos vos.

Ambos estan permanentemente bailando en el cosmos de tu mente. Una obra sin intermedios que debaten tu destino con cada célula de vida que golpea contra las paredes de tu ser

Se meten en tu piel como el agua más pura de montaña y destruyen toda a su paso dejando vida y muerte con cada paso caminado.

No sé si te diste cuenta pero somos el bien y el mal turnándose en un títere cuyos hilos son los del amor y la felicidad. Pero también son los hilos de dolor y la miseria.
O sea, aquellos hilos que un día te dejan dormir feliz haciéndote pensar que no hay nada mejor, al otro día destruyen tu castillo de cristal y te muestran la verdad que ayer no viste porque en verdad, no estaba.
En cada "show" aprendemos y el publico te observa esperando que caigas o te levantes y te escupen o arrojan rosas pero esas rosas con sabor a miel no necesitan que las huelas solo están por estar. Como vos existis por existir como amamos por amar como vivimos por vivir.


Sonara raro pero esto lo escribo por que ya estaba escrito y esto lo lees porque ya fue leído.

Un día que un hilo de alegría se me corto y al titiritero solo le quedo el de la nostalgia en ese sucio baúl de recuerdos.



6 de septiembre de 2008

Alienada



En La noche más oscura se ve la belleza de la vida donde
La sorpresa te tomo prevenida con la luz encendida. Y le preguntas entre tus sabanas
Cuando volveremos a estar bajo el manto celeste de ese cielo cubierto.
Donde el tiempo no existe y las reglas son las del amor.


Ese mundo maravilloso vació de maldad, repleto de promesas que se pierden en besos invisibles y palabras entrecortadas,
Un mundo donde el silencio es la melodía reinante y las únicas lagrimas son esas rosas que dejaste caer sin espinas sobre tu pecho desnudo.


Trepando las sabanas intentas tocar las estrellas. Pero la noche perpetua te trae al mundo real. Subís sobre mí pidiendo que te lleve pero sabemos que al tocarla no le haremos bien a la realidad.


Por un abril que te corto el alma comienzas a reír tus mariposas narcotizadas. Que no paran de revolotear por tu hermosa pesadilla. Quieres que teja con tu cabellera dorada un cazador de sueños. Porque te quejas que dormís mal cuando el amor te saltea.

No quiero quedarme pero los ángeles no quieren subir solos porque aun con esos sueños pesadillezcos me piden alcanzar tus estrellas.