7 de agosto de 2008

La muerte (de Rossie Bettz)



Nueva amiga espero que tu belleza no tape la luz que llevas dentro, que si bien no se ve tanto como la primera, es mas hermoso el calor invisible que de este se desprende.


tuyo,

Felix Flack.




Y estábamos ahí, a punto de iniciar la noche con la una fiesta de cuerpos, desnudos y deseables. Luces tenuas que dejaban ver solo trozos de lo que éramos, parecíamos uno solo. La mezcla de aromas excitantes que revelaban la pasión del momento y de fondo una melodía que parecía acorde a todo esto, pero sin embargo no era algo planeado, provenía del exterior. Ningún sonido molestaba y solo podía escuchar la respiración rápida, agitada y eso me decía todo. Tus ojos cerrados, con la cabeza hacia atrás y tus manos rozando cada parte de mi ser, ese deseo no parecía terminar, era un momento especial. Y se veían fragmentos de la ropa desparramada en el cuarto, y vos arriba mío y yo que no sabía si era un sueño o me habías llevado al cielo. No necesitaba mas nada, vos y yo expresando el deseo de todo mortal, y de más de un Dios sediento de algo material y carnal. Estabas en mis brazos, todo había terminado, menos el silencio que no cesaba en ningún momento, y la melodía, esa que parecía tan armada para los dos, vos me mirabas el pecho, mientras yo acariciaba tu cabello que emitía el aroma mas dulce del mundo, una mezcla de aromas perfectos, esas mezclas atrapantes. Y levantaste la cabeza, me miraste a los ojos y te miré por largo rato, y con esos ojos color miel y esa boca chiquita y perfecta que dejaba escapar la magia de tu interior, tú magia. Y agachaste la cabeza nuevamente y tomaste mi mano y te envolviste en ella y allí te quedaste profundamente dormida, y yo miré por la ventana y pude ver el sol que quería escapar de un horizonte, ese sol naranja que emite rayos, y noté que uno de ellos te reflejaba un ojo, allí fue donde me levante de la cama y corrí una cortina larga y volví a tu lado, te abrace y juntos soñamos. El instante más hermoso de mi vida, inolvidable por cierto, con la persona que más amaba, sabía que todo acaba y lo nuestro tenía un final, un final marcado por una razón absolutamente injusta pero que es parte de la vida y nadie podría solucionarlo. Y desperté y te miré, y estabas helada, y yo no sabía que hacer, nadie me dijo como hacer para frenar la muerte, pero creo que ahora tu estas donde yo estuve ayer, en el cielo. Y el silencio fueron las palabras justas, y tu mirada me dijo lo que me amabas y tu aroma inolvidable que nunca se despegará de mi cuerpo.

Ahora sos mi angel.

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