28 de junio de 2008

¿Mejor? ¡No volver!

Tarde calurosa en el barrio de boedo. La muchachada allí en la intersección de la calle Calvo y Funes, estaban el Raúl Mendoza alias “el coco” y Darío “el loco” García. Amigos desde la incubadora si se puede decir. Obvio que faltaban los otros compinches que debían venir de la fabrica.
-no podes estar mas equivocado coco, eso era para roja directa.
-bueno, esta bien. No le discuto mas señorita.-le contesto en forma irónica raul.
-total. ¿quién sos vos? ¿Macalla Márquez?-termino por espetarle.
-no, pero me considero un conocedor de algo tan elemental como el balompié. Se mofaba el otro.-pero cambiemos de tema ¿sí?.
-si mejor, porque les iba a dar una clase de fútbol a los dos. el grito provenia de un hombre que venia desde el otro lado de la calle, cruzando el semáforo.-par de creídos.
Agitaba el brazo saludando, un hombre alto, morocho y un poco barrigón aunque bien distribuida sus sobrantes de grasa.
Los ojos de Raúl y Darío se desorbitaron. ¿Era él?.
-¿Carlos? ¿Sos vos? ¡¡Hijo de tu buena madre!!
-si. ¿quién va a ser? ¿Will Smith, después de una semana en la costanera viviendo solo de choripan y sándwiches de bondiola?- le respondió Carlos “el negro” Telunia. A pesar de sus 44 años. Se encontraba en excelente estado. Claro, en comparación de los otros dos, el cual el cigarrillo y alcohol no dejaron mas que estragos en su organismo.
-tanto tiempo negrito, ¿cuanto hace? ¿20 años?-le pregunto Darío al negro, que ya estaba junto a ellos.
-y si, creo que un poco más. Si no me equivoco, 22.¿cómo vuela el tiempo? Pensar que ayer no mas salíamos a bailar! ¿Se acuerdan? ¡Que recuerdos!
-yo no me acuerdo y creo que vos tampoco. Dijo el loco con una sonrisa.-el que vivió los ochenta no se los acuerda.
-es cierto-llego a decir Carlos antes de devolverle una sonrisita cómplice.
-pero contame che, ¿qué es de tu vida? La rusita siempre nos preguntaba por vos. Hasta que se caso, claro.
-La rusita, que linda mina eh. Fui medio nabo con ella, pero bueno fueron pendejadas... Mi vida bien, no me puedo quejar estoy laburando en una logística como gerente hace 10 años mas o menos. Me case con... laurita… y me separe hace como dos meses creo.
-te separaste pero si te fuiste del barrio súper enamorado. Nadie lo podía creer ¿vos? ¿Enamorado? Fuiste como la antinomia en su máxima expresión.
-si yo estaba comprometidísimo pero ella con el correr el tiempo se fue, como decirte, enamorándose... pero de otro.-termino Carlos casi con agonía su ultima frase.
-¿con otro? ¿Laurita?, no la tenia de esas.
-bueno, cada uno es como es, pero ella lo ocultaba muy bien, si te contara las que me hizo pasar... bueno pasado pisado ¿no?. Cuéntenme de Uds. que vine para ponerme al día.-termino Carlos para no seguir mas con ese tema que solo lo entristecía.
- bueno como debes saber tengo dos hijas y me divorcie de silvia cuando la menor tenia 3 añitos y la menor 7 ,creo, desde entonces solo la estoy remando con la remiseria. Rió el coco pero sabia que por dentro solo aquella herida del pasado se abría más y más. .
-y vos “loco”, ¿cómo te fue?.
-sigo casado con Carla. Me va bien... no me quejo. Dijo Darío como si se estuviera convenciendo a si mismo, en lugar de solamente contarle a Carlos los hechos que sucedieron en su vida, patética, pero vida al fin.
Todos incluso Carlos sabían de las desafortunadas situaciones que el loco había pasado. Su esposa, la carla, era conocida como la mas “fiera” de todo el barrio de boedo. Nadie, y reitero, nadie se atrevería a tocarle un pelo a ese mal chiste de mujer sin que no fuese amenazado con cortársele su miembro viril, una apuesta o (como le paso a Darío) estar con una borrachera tal, que la Hermana Bernarda de la televisión, le hubiese parecido una vedette de la calle Corrientes:

Era carnaval y el barrio ciertamente era una fiesta. Los 80 eran conocidos por la falta de libido y el carnaval no podía ser una excepción a esta norma. Como reitero, (perdón por ser tan reiterativa) era carnaval y el chupe no se hacia esperar, todos en la calle casi en pelotas y con pomos y bombitas se mojaban unos a otros, ahí bajando por la calle... estaba un joven de pelo crespo y de contextura grande, el sol de febrero ciertamente había bronceado las ultimas partes que se tenían que broncear en su tostado lomo.
El loco García estaba con una botella de Ginebra Bols en una mano y en la otra unas bombitas que las había robado de una palangana a unos niños que jugaban en la vereda. A la ginebra le faltaba hacer ignición en su cerebro pero ciertamente estaba “entonado”. La estaba pasando muy bien, eso si.
Ya era tarde y todos volvían a sus casas para cenar, empapados luego de una jornada ardua de baldazos y bombazos de agua. Ya la ginebra estaba en sus apogeos dentro del cuerpo de Darío García (volvía silbando bajo por el cordón de la vereda) con sus pupilas totalmente dilatadas. Aquellas veían cosas que ciertamente no eran reales, las luces de un semáforo de la calle Funes le parecían violeta blanca y fucsia en vez de los tradicionales rojo verde y amarillo.
Y fue ahí cuando el se acerco a una muchacha que estaba en la parada del colectivo, delgada con unos bucles que le caian por ese remerita apretada que resaltaba una figura espectacular. (Como bien sabemos el alcohol nos desinhibe y nos permite y decir cosas que sobrios jamás las diríamos o más bien nos da vergüenza solo pensar que las podemos decir. Darío no podía creer lo que sus dilatados ojos veían (obvio que el no sabia que los tenia en ese estado y que los que estos veian no podian estar mas lejos de la realidad) y como ese ángel sin alas le sonreía. Le toco el brazo y dejo que este cayera por el de ella.esperando que su delicada mano tome la de el (cosa que ella hizo) a pesar del calor se le erizo la piel como si estuviera viviendo en el calafate en pleno invierno. Trago saliva y con todo su ingenio, ayudado por su amigo “bols” claro, dijo sin chistar:
-tengo una cama grande y seria un pecado que vos no la disfrutes como la disfruto yo.
-bueno entonces guíame así no pecamos- le respondió la sensual señorita (no). Y allí fueron.
Esa es la historia de Darío “el loco” garcía y como se engancho de por vida a una franca austral (si), y que por culpa de un poco de alcohol (un montón) se gano un hijo al que quiere mucho, por supuesto, pero que no esperaba.(aquella vez quedo embarazada).
No es bueno reírse de los traspiés de los demás por esa razón, omitiré le expresión de este pobre muchacho al encontrar al lado suyo tal shockeante imagen cuando despertó ya sobrio. Y lo peor de todo, las situaciones que tuvo que soportar después. Desde las típicas cargadas de sus amigos hasta el no tan típico sentido pésame del cura que lo caso un 3 de abril.

Pero volvamos al presente en esa esquina en la que se reunió el loco, el coco, y el negro.
-bueno me alegro che, que te vaya bien. Sos buena gente.. Te lo mereces.
-si, me lo merezco.-dijo un poco resignado Darío aunque no entendió bien lo que quiso decir Carlos.
-bueno pero contame realmente que haces acá, Carlos.-Corto tajante la conversación Raúl.-eso de la nostalgia por el barrio no me la creo. Vos sos la personas menos nostálgica del planeta. ¿Te conseguiste algún hueso por el barrio?.- dijo riendo el coco, suavizando un poco el reproche que había comenzado con un tono no muy amistoso.
-¿cómo sos? No cambias mas siempre un paso delante de todos. Dijo en tono un tanto frustrante Carlos por haber sido descubierto.- vive por acá cerca de la parada del subte en unos de esos edificios.
-que casualidad mi hija vive por allí.
-y si, ahora todos quieren vivir por el centro o por algo que los deje rápido en el centro. ¿Te acordas Raúl? Cuando habíamos hechos esos planes que al final se fueron a la mierda para ir a vivir a Belgrano.
-¡Cómo olvidarme!,Hombre, que lastima que justo ese año Silvia quedo embarazada y todos eso preparativos se hallan ido al diablo. Me tuve que quedar a vivir con ella atrás de la casa de la vieja chota esa. Que en paz descanse pobre.
-¿ y hace cuanto la conoces?- pregunto el loco que hasta ese momento había permanecido como ajeno a la conversación.
-¡y como un mes!¡Cómo vuela el tiempo!. La conocí en un bar de Palermo. Un lugar súper tranquilo para charlar y conocer gente. Nada de punchi punchi.
-¿ahora frecuentas esos lugares?
-si, y no son los que ustedes piensan. El sábado que viene es mi cumpleaños, si ya se olvidaron. ¿No quieren venir? La van a pasar súper bien. Se los garantizo. ¡Como los viejos tiempos!. Rogó Raúl. Con la esperanza de que sus amigos aceptaran.
-te va a hacer bien “coco” un poco de acción a tu vida. Y vos “loco” te prometo que no te vas a arrepentir. Le dijo a Darío con un apretón en el hombro y un guiño como señal de: “Yo sé lo que te digo.”
-no sé... - dudo Darío.-¿Estas seguro? ¿No estamos viejos para esas cosas?
-¿viejos? ¡Viejos las pelotas!. Una vez. Vas y si no te gusta te vas, cosa que dudo, porque mínimo, la pasas excelente. Te lo garantizo como que me llamo Carlos Ernesto Telunia
-esta bien vamos.- aseguro por los dos Raúl.-me hace falta un poco de salida.
-buenísimo. Ahora debo partir a ver a mi borreguita porque se pone impaciente.- nos comunicamos eh. Pasame tu teléfono.
-dale anota, 4...

Llego el sábado y las ganas con las que Raúl había aceptado la invitación de Carlos, habían desaparecido casi por completo. Ciertamente estaba dudando mucho ir de nuevo a bares y lugares así.
Muy por el contrario, Darío, estaba muy ansioso. Por todas las promesas que su viejo amigo le había hecho y se mostraba expectante. Y a demás con cierta ilusión que su rostro no podía negar.(en pocas palabras: una sonrisa de oreja a oreja)
-Como me arrepiento, che. Ya sabia yo que no debíamos venir.
-¡Pero cambia el animo amargado de mierda!¡esta quizás que sea nuestra gran noche!- trato de animarlo el loco, con una actitud nunca antes vista.
-nunca te había visto así. Estas re alzado. No te olvides que tenes una esposa y que también no tenes 20 años.
-daría lo que fuese porque todo fuese al revés.
-bueno... aguántesela hombre. Y deje de llorar al fin al cabo hoy vinimos a festejar. Trato de animarlo Raúl ya sin dudas en su cabeza y dispuesto a pasarla “mas o menos” bien.
-¿dónde esta este bueno para nada de Carlos?. Hace media hora que estamos en esta esquina cheta, en cualquier momento nos para la cana porque parece que andamos en algo raro.
-mira quien viene ahí ¡el pituco!. Señalo Darío.-y mira la chica que trae el viejo verde. Rió. ¡Quiero una de esas!.
Era Carlos quien venia a lo lejos muy tranquilo caminando por la vereda. Ciertamente se había preparado para la ocasión. A su lado había una bella muchacha cuyos años no debían pasar los 25.
-Espera. Esa no es quien yo creo que es. No puede ser. No puede ser. Lo mato. Lo mato. Lo mato.
-¿qué? ¿la conoces a la piba esa? Te la tenias guardada eh.
¿de que hablas idiota? ¡Es Luisa! ¡Mi Luisa!
-¿Luisa, tu hija?
-Su “borreguita” es mi Luisa.
Carlos “el negro” y Luisa ”la borreguita” ya estaban casi próximos a ellos, por sorprendente que parezca ella se dio cuenta de su padre recien cuando todo acabo
-¡que tul Muchachos! Listos para...
La golpiza y la puteada se escucharon hasta caballito y el femenino:
-¡Papá no!. Unos barrios mas acá.
-¡Con mi hija no!
-¡que te pasa enfermo!-creo que entonces no vamos a entrar. Suspiro Darío (con sus ilusiones destrozadas) mientras ayudaba a que la gresca no se fuera demasiado de control.



Fin.

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